El espacio Sabiduría Inherente nace del deseo de Javier Rodríguez y Eli Zubizarreta, acompañados de Ana María Ramírez, de construir y ofrecer un espacio físico en el que la persona sienta que ha llegado a casa. Un lugar seguro, acogedor, nutricio, en el que crecer y desarrollarse y que permita la exploración de todo lo que somos y de todo nuestro potencial.
La aspiración de este espacio se resume en esta frase de Rumi: Cuando alguien pida tu consejo, enciende el candil que lleva en la mano. Existe en cada uno de nosotros una sabiduría inherente que nos alinea con la Vida y nos permite encarnar aquello que ya somos. No es necesario adquirir grandes conocimientos ni realizar intensos estudios. Tampoco sofisticarse de algún modo en nuestros quehaceres o acciones. Sino más bien rendirse a la Verdad misma de lo que somos.
Una semilla no sabe lo que es un árbol, sin embargo ésa es su esencia. Nosotros no sabemos cómo hacer que la semilla se transforme en árbol, pero sí podemos facilitar las condiciones para que esto suceda. Para que una semilla alcance todo su esplendor, primero se tiene que deshacer por completo. La cáscara se agrieta, asoma su interior y todo cambia. En palabras de Marcel Proust, para alguien que no comprende el crecimiento podría parecer la destrucción total. Rendirse al proceso y a la sabiduría inherente que lo guía, es un proceso de tocar la Inseguridad, que a su vez nos brinda la oportunidad de soltar y Confiar plenamente.
Deseamos ofrecer un espacio físico y de relación, de comunidad, de sostén, de escucha y de resonancia en el que cada uno pueda explorar su camino para llegar a encender su candil y expandir así la Luz que ilumina el mundo.
Las propuestas que se desarrollan en este espacio son las formas concretas que en cada uno de nosotros toma trabajar con la esencia. No están ligadas a la forma, sino a la expresión de la esencia.
En el caso de Javier, toma la forma de la escuela de craneosacral biodinámica Confía en la marea.
En el caso de Eli, toma la forma de Espacio Yeonriji
En el caso de Ana, toma la forma de la Escuela de Reiki Ikigai